
La exfábrica textil de Bellavista es uno de los lugares más enigmáticos y visitados de la ciudad de Tepic.
Considerada como un monumento arquitectónico del siglo XIX, el edificio está clasificado entre los habitantes del poblado como un tesoro que guarda mitos y leyendas de la simbología masónica, plasmada en su fachada de ladrillos de cantera, traídos desde Europa.
A inicios de 1900, la entonces fábrica textilera fue una de las obras de arquitectura colosal, visitada por grandes políticos de la nación. Se dice que sus dueños Eustaquio Barrón y Guillermo Forbes, adquirieron la fábrica en bancarota en 1846, y decidieron continuar con el negocio textil.
La familia Barrón-Forbes llegó a ser una de las instituciones financieras más poderosas en el país, al conceder préstamos a los entonces presidentes de la República, Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, según datos históricos.
La fábrica fue fundada en 1841 y a simple vista, se percibe en buen estado; sin embargo, en su interior sólo quedan vestigios de lo que fue una de las empresas textiles más poderosas. El lugar guarda maquinaria, documentos y fotografías que se encuentran en total detrimento.
A fines del siglo XIX, aparecieron los primeros brotes de inconformidad por parte de las obreras y obreros de la fábrica, dadas las pésimas condiciones de trabajo que imperaban en ese momento. Hoy es de todos conocido la lucha valiente que emprendieron las obreras encabezadas por Francisca y Maclovia Quintero, Victoria Arroyo, así como Adelina y Mariana Castañeda, contra las injusticias y discriminación que sufrían en carne propia por parte de los patrones y sus capataces.
En 1896, se levantó el movimiento obrero en la fábrica de Jauja y en 1905 los hermanos Pedro Gregorio y Enrique Elías llevaron a cabo un nuevo levantamiento obrero en la fábrica textil de Bellavista. Este movimiento huelguístico, sin duda, generó un precedente fundamental para la movilización posterior de la sociedad en su conjunto.